Capítulo 1: Ciento sesenta y un mil ochocientos tres. La fogata dibujaba la carcasa oxidada de los coches en la pared agrietada por el tiempo y el silencio. — ¿Qué esperas, Coyote?, ¡Dispara! — ¿Estás seguro, Balam? — Si no me instalo estos implantes en la cabeza todo habrá sido…